Miércoles, 23 de Marzo
Con gran ilusión y alborozo, partimos hacia Almería, para pasar unos días de asueto con familia y amigos.
Jueves, 24 de Marzo
Tras una inmersión en las frías aguas del Mediterráneo en Primavera, sufro una especie de corte de digestión galopante, que me deja postrado durante todo el día en la cama, con vomitonas intermitentes.
Viernes, 25 de Marzo
Nos vamos a la playa de los Genoveses, que nos han dicho que es muy bonita. Después de unos cinco minutos de intenso frío, nos tenemos que volver al observar como empiezan a amoratarse las extremidades de los más pequeños. Hacemos tiempo durante un par de horitas en el restaurante en el que hemos reservado para comer. Llegado el momento del condumio, y debido al delicado estado de mi estómago, me regalo con el siguiente menú: de primero una loncha de jamón York, y de segundo un trocito de pez hervido, todo ello bien regado con agua de Lanjarón. Para postre, una tisanita de manzanilla y tila a partes iguales.
Sábado, 26 de Marzo
Nuevo intento de playa, la de Monsul. En este caso nos vemos sorprendidos por una tormenta de arena, que nos permite disfrutar de este paraíso mediterráneo la friolera de 15 minutos. Debido al feroz ataque de los granos silíceos, nos vemos obligados a abandonar el lugar en desbandada, con el siguiente parte: cámara de vídeo en estado inservible a causa de la acumulación de arena en todo el mecanismo; sordera parcial del oído izquierdo, donde se me ha alojado media playa de Monsul; matrimonio en franca crisis, debido a mi injustificada ausencia en el momento de la estampida y recogida de sombrilla, toallas, cubitos, carrito, niño y otros enseres. Ya sé que es difícil de creer que la tormenta me tumbó, luego me cubrió con una capa de al menos medio metro de arena, y no pude salir de allí hasta que unos beduinos me rescataron. Así las cosas nos vamos de nuevo a un restaurante con un considerable adelanto sobre el horario previsto. Allí, una camarera que más bien parecía un tiffozi napolitano, nos obliga a base de alaridos a comernos una pizza Cuatro Estaciones que no habíamos pedido.
Domingo, 27 de Marzo
Mira que nos preparamos prontito para la vuelta en previsión de posibles atascos. Nada más levantarnos, maleta y carretera. Pues no pudo ser. En el kilómetro 300, a la altura de Bailén, nos detenemos para integrarnos en la serpiente multicolor. Once horas de viaje, con un niño de 17 meses que no paró de berrear en todo el camino, han terminado de convencerme de que jamás volveré a la playa en Semana Santa.
Lunes, 28 de Marzo
Por fin en la oficina. Aquí puedo descansar entre mis expedientes, mi cafetito a media mañana, las armoniosas broncas de mi jefe. En fin, Lunes de Resurrección y Vía Crucis terminado.
Con gran ilusión y alborozo, partimos hacia Almería, para pasar unos días de asueto con familia y amigos.
Jueves, 24 de Marzo
Tras una inmersión en las frías aguas del Mediterráneo en Primavera, sufro una especie de corte de digestión galopante, que me deja postrado durante todo el día en la cama, con vomitonas intermitentes.
Viernes, 25 de Marzo
Nos vamos a la playa de los Genoveses, que nos han dicho que es muy bonita. Después de unos cinco minutos de intenso frío, nos tenemos que volver al observar como empiezan a amoratarse las extremidades de los más pequeños. Hacemos tiempo durante un par de horitas en el restaurante en el que hemos reservado para comer. Llegado el momento del condumio, y debido al delicado estado de mi estómago, me regalo con el siguiente menú: de primero una loncha de jamón York, y de segundo un trocito de pez hervido, todo ello bien regado con agua de Lanjarón. Para postre, una tisanita de manzanilla y tila a partes iguales.
Sábado, 26 de Marzo
Nuevo intento de playa, la de Monsul. En este caso nos vemos sorprendidos por una tormenta de arena, que nos permite disfrutar de este paraíso mediterráneo la friolera de 15 minutos. Debido al feroz ataque de los granos silíceos, nos vemos obligados a abandonar el lugar en desbandada, con el siguiente parte: cámara de vídeo en estado inservible a causa de la acumulación de arena en todo el mecanismo; sordera parcial del oído izquierdo, donde se me ha alojado media playa de Monsul; matrimonio en franca crisis, debido a mi injustificada ausencia en el momento de la estampida y recogida de sombrilla, toallas, cubitos, carrito, niño y otros enseres. Ya sé que es difícil de creer que la tormenta me tumbó, luego me cubrió con una capa de al menos medio metro de arena, y no pude salir de allí hasta que unos beduinos me rescataron. Así las cosas nos vamos de nuevo a un restaurante con un considerable adelanto sobre el horario previsto. Allí, una camarera que más bien parecía un tiffozi napolitano, nos obliga a base de alaridos a comernos una pizza Cuatro Estaciones que no habíamos pedido.
Domingo, 27 de Marzo
Mira que nos preparamos prontito para la vuelta en previsión de posibles atascos. Nada más levantarnos, maleta y carretera. Pues no pudo ser. En el kilómetro 300, a la altura de Bailén, nos detenemos para integrarnos en la serpiente multicolor. Once horas de viaje, con un niño de 17 meses que no paró de berrear en todo el camino, han terminado de convencerme de que jamás volveré a la playa en Semana Santa.
Lunes, 28 de Marzo
Por fin en la oficina. Aquí puedo descansar entre mis expedientes, mi cafetito a media mañana, las armoniosas broncas de mi jefe. En fin, Lunes de Resurrección y Vía Crucis terminado.
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