noviembre 02, 2006

Holanda - octubre 2006 - El relato (II)

Aloha.

Comenzamos el segundo día con las pilas ya recargadas. Abajo en el hall a las 7.30 AM. Tomamos los mapas, el GPS portátil, nos metemos en la furgoneta y decidimos ponernos en marcha y desayunar directamente en Amsterdam, aun sabiendo que tardan un güevo en servirte...

Autopista que te crió, nos encontramos con los primeros atascos, en hora punta, al ser día laborable. Entramos en Amsterdam, todo fenomenal, primera visita “guiada” dentro del “autobus”. Pasamos por varios puentes, el parque Erasmus, llegamos casi hasta el mismo centro de la ciudad, llegan los primeros problemas.

En una ciudad con 600.000 bicicletas, lo difícil es circular en coche. De hecho, Emilio se tuvo que meter en un carril bici, para poder circular (sin que nos viera el guardia, claro). Ahora viene lo peor: tratar de aparcar una furgoneta en un parking público. Después de varios intentos, donde no nos cabía por la puerta del parking subterráneo, encontramos un parking de superficie para autobuses, donde nos clavan ¡¡¡4,40 euros por hora!!!

Aquí tenemos la foto del parking desde el cielo. También dedicada a los que estuvimos allí....


En fin, nos ponemos en marcha tratando de buscar algún sitio donde desayunar esos estupendos bollitos y café amsterdamés. Atravesamos diversos canales y vemos un gran indicativo del país donde estamos pasando estos estupendos días. Aquí tenemos la prueba.

Después de degustar un estupendo desayuno, con exquisita tarta de manzana, sandwich de “crispy bacon” y ensalada (en mi caso) y unos cafeses, nos cambia la cara a todos. Andriu y Larry saludan a la cámara:


Qué bien lo estamos pasando.


Atravesamos los famosos canales principales, en su orden, Singel, Herengracht, Keizersgracht y Prinzengracht, y antes de alcanzar el centro de Amsterdam, veremos a Elena intentando tomar prestada una bici, para continuar con nuestro recorrido (no quería ser menos que los habitantes del lugar).

Seguidamente llegamos a la Plaza Dam, o Dam solamente, como lo conocen los holandeses. Este es el centro de la ciudad, desde donde se pueden hacer todas las rutas turísticas que se pueden leer en los libros. Aquí posamos en grupo, para comprobación de que todavía no nos habíamos desperdigado.


El monolito en el centro de la plaza Dam. Creo que representa un homenaje a los caídos en la 2ª guerra mundial. Si me equivoco me corregís por favor.


Acto seguido nos iremos dirección sur intentando acceder a los museos más famosos de la ciudad: el museo Van Gogh y el Rijksmuseum. Atravesamos infinitas calles, con mucho que ver, MUCHOS ESPAÑOLES, todo con gran colorido. Lo de españoles viene a cuento de la anécdota de... érase una vez, en un puente del Pilar, días festivos que nuestros paisanos aprovechan para salir de su ciudad. Muchos españoles pasan estos días en Holanda. Además algunos deben pensar que son los únicos españoles que andan por la calle, ya que van diciendo algo así como: “dejar que pase la chusma” ¿verdad Elena?

Pasamos por el mercado de las flores, impresionante, aunque yo creo que no tiene tanto mérito este gran colorido con el clima tan húmedo que tienen. Me gustaría verles aquí en Madrid, a ver si son capaces de criar así sus tulipanes.

Aquí un detallito típico del pueblo holandés: esos zuecos para andar, incomprensiblemente incómodos.

Seguimos andando, y admiramos cómo aparcan con precisión las bicicletas los dueños, en este caso jóvenes que acuden a ilustrarse al instituto.


Finalmente llegamos a nuestro destino: El Rijksmuseum, donde podemos apreciar obras de diversos autores y sobre todo de Rembrandt, de quién se cumplen 400 años de su nacimiento. La entrada del museo es esta:



A la salida, los varones del grupo tratamos de descansar en un banco, esperando a varios miembros femeninos del grupo, que estaban aprendiendo un montón, con un cachivache que te contaba cositas al oído por un módico precio.

Se va terminando el día, y aunque cansados tratamos de alcanzar algún sitio donde nos pongan algo de comer, que ya va siendo horita. Atravesamos el Barrio Rojo, donde vimos el famoso Coffee Shop “36”, donde más tarde nos echaremos unos petarditos, aunque no sabíamos que no te sirven cerveza a la vez que marihuana. La comida de hermandad se celebra en un restaurante Thai, donde hay cachondeito por parte del dueño, por el picante de la comida. ¿Se decía Maggcchhi?

En fin, vamos apurando las últimas horas del día y no nos podemos ir sin dar el correspondiente paseo turístico por los canales de esta maravillosa ciudad. Lástima de no haberlo hecho con más luz del día por las fotos, pero íbamos con el tiempo muy justito.


Una vez terminado, recogemos el coche, y al hotel, donde algunos cenamos, otros se van a dormir, alegando malestar o enfermedad (espero que te hayas recuperado Larry), y fin del día.

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