Pues bueno viendo en esa caja uno de sus escritos a máquina, en servilletas de papel de cualquier bar (esto me recuerda la época del San Viator con Francis en el Veiga...), encontré uno de 1977 y que con todo lo de ETA de estos últimos días viene que ni pintado.
LLEVAN RAZÓN
Diez de marzo de mil novecientos setenta y siete, leo, en ABC; "Ante la noticia de que el Gobierno va a adoptar nuevas medidas que amplíen la amnistía para los presos políticos, los reclusos comunes piden que se les apliquen medidas similares.- Para que se nos aplique la amnistía tendremos que convertirnos en terroristas - dice Europa Press que han comentado algunos presos comunes - Nosotros no hemos matado a nadie ni hemos atacado a las personas".
Si a1go existe que esté por encima de las ambiciones, de los egoísmos, de las ideas políticas, es la vida de cualquier ser humano. Nacemos y vivimos por un Designio que sobrepasa nuestras facultades y posibilidades de comprensión. Ignoramos por qué y para qué vinimos a este mundo y, por supuesto, no sabemos cuando ni por qué hemos de desaparecer de él.
Pues bien, hay quienes, erigiéndose en únicos poseedores de la Justicia y de la Libertad- Justicia y Libertad que encasillan en los estrechos moldes de cualquier doctrina política- se convierten en brazo armado de extremismos ideológicos para inmolar vidas humanas en nombre de algo tan hermoso como son esas mismas Justicia y Libertad.
Y se da la circunstancia que las vidas truncadas con la trágica música de fondo de una metralleta, esos seres que caen, o cayeron, acribillados por mordeduras de plomo, en su mayoría fueron, son y, posiblemente, serán hombres que en ningún momento se manifestaron contra la Justicia y la Libertad.
En realidad, todo hombre consciente de su condición de ser superior en el concierto de las especies animales- no olvidemos que el hombre también es anima1- ama a la Justicia y a la Libertad.
Y a ello hay que añadir el derecho inalienable a la vida, porque no es el mismo hombre el que ha de privarle de ella, sino ese designio, esa marca indestructible del Destino con la que todos nacemos clavada en la frente o quien sabe si en el corazón.
Pues bien, repito, de algún tiempo a esta parte, la mayoría de las víctimas de ese desenfreno homicida en nombre de la Justicia y de la libertad han sido hombres que no tenían otra misión que la de velar por el mantenimiento del orden y, consecuentemente, por la misma Justicia y Libertad. Y me refiero a ellos no por olvido o desprecio hacia los otros, los que, por ejemplo, murieron ametrallados en el rincón del despacho de la abogacía laboral, sino porque representaban a la Ley y el que atenta contra ella lo hace contra los pilares más firmes de la Sociedad.
Para mí, la vida de un hombre es sagrada, odio la violencia venga de donde venga y aún así sigo esperando, y deseando que se anteponga el amor al odio por encima de todo.
Por eso me ha llamado la atención el comentario de Europa Press. Los presos comunes llevan razón, los presos comunes vienen a darnos una prueba inequívoca de sensatez y humanidad. Ellos - proclaman - no han matado a nadie ni han atacado a las personas …
Si se indulta, o amnistía, a los presos políticos con cargos por delitos de sangre, con lo cual, a mi juicio, dejan de ser políticos para convertirse en comunes "que han matado o atacado a las personas" ellos tendrían derecho, también, al mismo beneficio.
Sólo que ¿es cierto que saldrán a la calle los que un día, deliberadamente y a caballo del coche desenfrenado en veloz carrera, amparados en la, momentánea, impunidad del anonimato y de la criminal sorpresa, ametrallaron al Policía armado que prestaba servicio a la puerta del banco, para proclamar, luego, que lo habían hecho en nombre de la Justicia y de la Libertad?
¿Es verdad que mañana, pasado o cuando sea, el que asesinó a sangre fría a un agente de la autoridad puede salir de prisión, aureolado, quizá, por la marca grande y magnífica del mártir o el héroe en aras de la libertad?
No, me niego a creerlo, la vida de un ser humano es algo tan sagrado que ningún fin político puede justificar el hecho de paralizar, para siempre, el corazón de un hombre, aunque sea invocando la Justicia y la Libertad.
La Justicia y la Libertad se compenetran entre sí, ambas son privativas y consecuencia de los derechos del hombre y no debe haber arma de fuego, cuchillo o explosivo que prive a ese mismo hombre de su principal o inalienable derecho: el de vivir.
La confesión de los presos comunes me ha hecho reflexionar acerca de muchas cosas que están ocurriendo en la actualidad. Todos, o casi todos, de un modo u otro, nos marginamos de la Ley, a veces sin querer. Y ellos son delincuentes que proclaman, quiero reconocer que con orgullo, que no han matado a nadie ni han atacado a las personas. Y eso, por supuesto, es un tanto a su favor…
Madrid, 10 de marzo de 1977
Diez de marzo de mil novecientos setenta y siete, leo, en ABC; "Ante la noticia de que el Gobierno va a adoptar nuevas medidas que amplíen la amnistía para los presos políticos, los reclusos comunes piden que se les apliquen medidas similares.- Para que se nos aplique la amnistía tendremos que convertirnos en terroristas - dice Europa Press que han comentado algunos presos comunes - Nosotros no hemos matado a nadie ni hemos atacado a las personas".
Si a1go existe que esté por encima de las ambiciones, de los egoísmos, de las ideas políticas, es la vida de cualquier ser humano. Nacemos y vivimos por un Designio que sobrepasa nuestras facultades y posibilidades de comprensión. Ignoramos por qué y para qué vinimos a este mundo y, por supuesto, no sabemos cuando ni por qué hemos de desaparecer de él.
Pues bien, hay quienes, erigiéndose en únicos poseedores de la Justicia y de la Libertad- Justicia y Libertad que encasillan en los estrechos moldes de cualquier doctrina política- se convierten en brazo armado de extremismos ideológicos para inmolar vidas humanas en nombre de algo tan hermoso como son esas mismas Justicia y Libertad.
Y se da la circunstancia que las vidas truncadas con la trágica música de fondo de una metralleta, esos seres que caen, o cayeron, acribillados por mordeduras de plomo, en su mayoría fueron, son y, posiblemente, serán hombres que en ningún momento se manifestaron contra la Justicia y la Libertad.
En realidad, todo hombre consciente de su condición de ser superior en el concierto de las especies animales- no olvidemos que el hombre también es anima1- ama a la Justicia y a la Libertad.
Y a ello hay que añadir el derecho inalienable a la vida, porque no es el mismo hombre el que ha de privarle de ella, sino ese designio, esa marca indestructible del Destino con la que todos nacemos clavada en la frente o quien sabe si en el corazón.
Pues bien, repito, de algún tiempo a esta parte, la mayoría de las víctimas de ese desenfreno homicida en nombre de la Justicia y de la libertad han sido hombres que no tenían otra misión que la de velar por el mantenimiento del orden y, consecuentemente, por la misma Justicia y Libertad. Y me refiero a ellos no por olvido o desprecio hacia los otros, los que, por ejemplo, murieron ametrallados en el rincón del despacho de la abogacía laboral, sino porque representaban a la Ley y el que atenta contra ella lo hace contra los pilares más firmes de la Sociedad.
Para mí, la vida de un hombre es sagrada, odio la violencia venga de donde venga y aún así sigo esperando, y deseando que se anteponga el amor al odio por encima de todo.
Por eso me ha llamado la atención el comentario de Europa Press. Los presos comunes llevan razón, los presos comunes vienen a darnos una prueba inequívoca de sensatez y humanidad. Ellos - proclaman - no han matado a nadie ni han atacado a las personas …
Si se indulta, o amnistía, a los presos políticos con cargos por delitos de sangre, con lo cual, a mi juicio, dejan de ser políticos para convertirse en comunes "que han matado o atacado a las personas" ellos tendrían derecho, también, al mismo beneficio.
Sólo que ¿es cierto que saldrán a la calle los que un día, deliberadamente y a caballo del coche desenfrenado en veloz carrera, amparados en la, momentánea, impunidad del anonimato y de la criminal sorpresa, ametrallaron al Policía armado que prestaba servicio a la puerta del banco, para proclamar, luego, que lo habían hecho en nombre de la Justicia y de la Libertad?
¿Es verdad que mañana, pasado o cuando sea, el que asesinó a sangre fría a un agente de la autoridad puede salir de prisión, aureolado, quizá, por la marca grande y magnífica del mártir o el héroe en aras de la libertad?
No, me niego a creerlo, la vida de un ser humano es algo tan sagrado que ningún fin político puede justificar el hecho de paralizar, para siempre, el corazón de un hombre, aunque sea invocando la Justicia y la Libertad.
La Justicia y la Libertad se compenetran entre sí, ambas son privativas y consecuencia de los derechos del hombre y no debe haber arma de fuego, cuchillo o explosivo que prive a ese mismo hombre de su principal o inalienable derecho: el de vivir.
La confesión de los presos comunes me ha hecho reflexionar acerca de muchas cosas que están ocurriendo en la actualidad. Todos, o casi todos, de un modo u otro, nos marginamos de la Ley, a veces sin querer. Y ellos son delincuentes que proclaman, quiero reconocer que con orgullo, que no han matado a nadie ni han atacado a las personas. Y eso, por supuesto, es un tanto a su favor…
Madrid, 10 de marzo de 1977