Un andaluz en Barcelona entra en un bar y pide una caña, en castellano. El camarero se la pone y le dice: Són noranta-cinc cèntims. El andaluz deja sobre la barra noventa céntimos y sigue tomándose la caña tranquilamente. A lo que el camarero le dice: Escolti falten cinc cèntims. Y el andaluz ni puto caso, como quien oye llover. A lo que el camarero ya rebotado le suelta Escolti que em deu cinc cèntims; no em faci muntar un nombre... M'està escoltant perfectament. Y el andaluz a lo suyo, tomándose la birrita, como si estuviése solo en el local. Por fin el camarero, rojo de ira, y escupiendo las palabras dice: Oiga desgraciado. Me está oyendo y entendiendo perfectamente, págueme los cinco céntimos que me debe. A lo que el andaluz sonriendo y echando mano al bolsillo para pagarle contesta: Ya sabía yo, cabrón, que por cinco céntimos acababas hablando castellano...
HALA MADRID
noviembre 21, 2005
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