Como nadie se decide vamos a hacer el esfuerzo de escribir unas líneas a modo de relato, a ver que tal me sale. Espero que no sea demasiado ladrillo, así que para amenizar pegaremos unas fotos. Allá vamos.
Jueves 12 octubre. 4.00 AM. Madrid-Barajas. La cara de todos es más bien de sueño aunque se palpa la ilusión del viaje.
Después de 1 hora de retraso y 2 horitas más de viaje aterrizamos en Schiphol (lease esjifol, para que veáis como empiezo a dominar el neerlandés). Después de la necesaria visita al duty free, empezamos nuestro viaje. Aquí veremos a Chiqui cargando su cámara para la película que nos ha hecho. De hecho creo que fue lo único que se compró en el duty free.
Excelente organización por parte de la gente que preparó el viaje. Enseguida localizamos la casetilla de Avis y nos hacemos con nuestra super Volkswagen Transporter para 8 + equipajes de mano. Entre Emilio y un servidor nos hacemos con los mandos, mapita en mano, nos ponemos en la A9, luego A5 y llegamos a Haarlem.
La verdad es que todo ha ido sobre ruedas en el viaje, desde el fenomenal buen tiempo, el coche de alquiler, el hotel, los recorridos que hemos ido haciendo, la gente tan amable, etc.... pero siempre hay un pero. Creo que acostumbrados al ritmo de Madrid, todo va bastante más despacio que por aquí (excepto las bicis, los que habéis estado por allí lo recordaréis). Lo peor creo que fueron las esperas entre que te tomaban nota para comer y lo que tardaban en traernos la comanda. Menos mal que las cervecitas llegaban pronto e incluso a veces un par de rondas antes de comer.
En fin, primer intento,... vamos a desayunar, que desde las 3.00 estamos levantados y ya son las 10.50. A punto de cerrar los desayunos pero llegamos a tiempo. Buen desayuno, aunque para unos cafeses y unos bollitos no se debe tardar unos 30 minutos en servirnos. Nos sirvió de experiencia para todos los días. Entretanto nombramos a Chiqui tesorero del grupo.
Después de situarnos en el hotel, atacamos el centro de Haarlem en una plaza de nombre desconocido para mí y donde podemos apreciar la Grote Kerk o Iglesia Grande, dedicada a San Bavo. Tenemos una instantánea del famoso órgano Muller que tocó Mozart, por ejemplo.
Aquí formamos como un gran equipo en medio de la plaza central de Haarlem, Grote Markt, o Plaza Grande (veis mi dominio del idioma...).
El buen samaritano L. Gallardo nos ofrece la posibilidad de ir a almorzar a un pequeño restaurante, donde el principal atractivo serán sus estupendas camareras, que ninguna baja de 1,80 m de estatura (textual de su guía). Nada más alejado de la realidad. Eso sí, entramos en un garito con decoración española, con sus toritos de Osborne, sus botes de Colacao, sus conservas Ortiz, todo menos Pacharán, como agregó Emilio a los postres.
El día se va agotando, y agotados vamos nosotros. No antes sin sortear las correspondientes bicis, todavía no acostumbrados a visualizar los correspondientes carriles para bicis, llegaremos a un garito donde apreciaremos unas buenas cervecitas, al lado justo de otro garito con pinta española, ofreciendo tapas de ¡mejillones, chorizo a la sidra o tortilla de patata!
Llega lo mejor. Para cenar elegiremos un restaurante de corte italiano, ya que el grupo empieza a estar harto de no saber qué pedir para comer y cenar. Aquí, percatándose de que semos ESPAÑOLES, nos sientan en una estupenda mesa, nos atiende un estupendo camarero que encanta a todas las mujeres del grupo y el dueño, al darse cuenta de nuestra condición, nos deleita la cena con unos preciosos temas de ¡¡¡Julito Iglesias!!! Amenizando la cena, nos deleita con unas poesías y canción española, un graciosisimo camarero portugués, Joaquim, que se atrevió con un fado, por supuesto, y... con el aclamado chotís Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la España en que nací,....
Acojonante.
Fin del día, todos a dormir que el día fue muy largo, como de 19 horitas.